jueves, 15 de diciembre de 2011

Vidadela (mortadela vegana)

Esta receta fue extraída del blog http://chilli-powder.blogpost.com . ¡Muchas gracias!


¿Qué lleva?
  • 200grs de anacardos
  • 35grs de levadura de cerveza
  • 3 cucharaditas de sal
  • 2 cucharaditas de cebolla en polvo
  • 2 cucharaditas de ajo en polvo
  • 1 cucharadita de tomillo
  • 2 cucharadas de zumo de limón
  • 3 cucharadas de concentrado de tomate
  • el líquido de un paquete de remolachas cocidas
  • 600ml de agua
  • 4-6 cucharadas de agar agar en polvo 
  • OPCIONAL: Aceitunas sin hueso; tipo y cantidad: al gusto.

¿Cómo se hace?
1. Colocamos todos los ingredientes (MENOS el agua y el agar!!!) en la batidora (pero no batir aún!!!)
2. Disolver el agar agar en el agua y hervir 5 minutos aproximadamente, removiendo bien.
3. Verter el agar en la batidora y ahora sí, batir todo bien
4. Colocar en el molde que queramos (cilíndrico a ser posible; por ejemplo, el blog chilli-powder recomienda dejarlo en el mismo vaso de la batidora) y dejar enfriar en la nevera (toda la noche suele funcionar con el agar agar). Luego se desmolda sin problemas.
5. Cortar en lonchas y listo

Opcional: Cuando esté batido y antes de meterlo en la nevera podemos poner aceitunas sin hueso.

martes, 8 de noviembre de 2011

Vegarella (mozzarella vegetal)

Estos días ando experimentando con los quesos veganos. No, no planeo dejar a leche ni los huevos, pero sí reducir su consumo y sobre todo probar nuevos sabores; además, ya sabéis que me gusta experimentar con alternativas a determinados problemas, en este caso la típica intolerancia a la lactosa, así que si algun@ de vosotr@s no puede tomar leche, os animo a probar las recetas de quesos veganos.

Después de mucho indagar por aquí y por allá he acabado combinando varias recetas para preparar algo que se me ha ocurrido llamar vegarella, y que vendría a ser algo así como una mozzarella vegetal; no se funde como la mozzarella auténtica, por supuesto, ni hace hilitos ni se vuelve "chiclosa" al enfriarse, pero se puede usar para lo mismo y le da un punto muy sabroso y cremosito a cualquier plato en el que normalmente se use queso de fundir, desde pizzas hasta puddings salados. Dicho lo cual, paso a daros la receta; por cierto que os la voy a dar en vasitos, que es como he ido calculando yo, y las proporcione de unos ingredientes con otros; debo decir que siempre he preferido que me dieran las recetas en proporciones en vez de en valores absolutos (es decir: entendiendo el ingrediente principal como referencia, el resto de ingredientes serían fracciones de la cantidad que hayamos escogido, es decir, la receta llevaría los gramos que queramos del ingrediente principal y luego la mitad de esa cantidad para otro ingrediente, 1/8 de esa cantidad para otro, etc.), para yo adaptarla a las cantidades adecuadas para mi caso, así que así es como os la paso.


VEGARELLA (mozzarella vegetal)


¿Qué lleva?

  • 2 vasitos de agua
  • 1/2 vasito (o 1/4 de la cantidad de agua que hayáis usado) de levadura de cerveza desamargada (a la venta en dietéticas)
  • 1/4 de vasito (o 1/8 de la cantidad de agua que hayáis usado) de copos de avena de desayuno
  • 1/4 de vasito (o 1/8 de la cantidad de agua que hayáis usado) de sésamo, preferiblemente crudo; también vale el gomasio de sésamo o incluso el tahiní.
  • 1 cucharada grande de harina, preferiblemente integral; probablemente también podáis usar maizena, pero la cantidad queda a vuestro criterio, porque yo no suelo usar maizena por lo que no conozco bien las cantidades que hacen falta para dar densidad a las cremas, pensad en conseguir una textura cremosa pero bastante densa y ya está.
  • 1 chorretón de zumo de limón
  • 1 chorretón de aceite de oliva, preferiblemente virgen
  • 1 cucharadita de cebolla en polvo
  • 1 cucharadita de ajo en polvo
  • 1 pizquita de sal
¿Cómo se hace?
  • Lo mezclamos todo bien en una batidora hasta conseguir una textura de crema muy densa.
  • Lo ponemos a fuego medio en una sartén o en un cazo (en lo más antiadherente que tengamos a mano a no ser que tengáis una afición especial a darle al estropajo de alambrillo)
  • Removemos poquito a poco hasta que veamos que la pasta empieza a despegarse de la superficie al remover, como si se estuviera convirtiendo en un bloque.
  • Si tenemos prisa por cocinar con ella, podemos echarla directamente por encima del plato en cuestión (pizza, pudding, verduras para gratinar...)
  • Si la queremos guardar o hemos preparado para varias veces, forramos de papel albal un molde y echamos la mezcla, la dejamos enfriar en la nevera y ya está: la próxima vez que queramos usarla no tenemos más que cortar unas lajas (no esperéis lonchas perfectas, la textura no es completamente sólida así que quedarán pequeñas porciones irregulares) y distribuirlas por encima del plato que estemos preparando como si fuera mozzarella o tranchete.
  • En la nevera bien tapadita, os puede durar alrededor de una semana.
¡Que aproveche!

miércoles, 26 de octubre de 2011

Pastel de calabacín

¡Ya ha nevado en la sierra de Granada! Para celebrarlo, comparto con vosotros otra receta de otoño, en este caso con el calabacín como protagonista. A ver si os gusta.


¿QUÉ LLEVA?

  • 1 calabacín grande para cada 2 personas
  • 1 cebolla pequeña (opcional)
  • 1 diente de ajo por persona (opcional)
  • Especias al gusto para el relleno; yo pongo: ajo en polvo, pimentón picante, azafrán y un airecito de comino
  • 1 huevo por persona
  • 1 cucharada sopera de harina (opcional, según os guste el pastel más denso o más suave)
  • 1/2 cucharadita de levadura Royal (opcional también, según os guste la textura más esponjosa o más cremosa)
  • 1 tomate para cada dos personas
  • Aceite de oliva, sal y orégano
  • Queso, el que más os guste (yo pongo cheddar; seguramente también quede muy rico con mozzarella)
  • Frutos secos picados (opcional) al gusto; yo pongo: avellana y nueces.

¿CÓMO SE HACE?
  1. Precalentamos el horno a 200º
  2. VERSIÓN "HOY TENGO PRISA": en la picadora, echamos el calabacín, la cebolla y el diente de ajo y trituramos hasta obtener una pasta; en este caso vamos a trabajar con las verduras crudas, por lo que necesitaremos unos minutos más de horno. VERSIÓN "ME APETECE COCINAR": en la sartén, doramos el calabacín, la cebolla y el diente de ajo bien picaditos hasta que se puedan aplastar con la cuchara de madera; en este caso el tiempo de horneado será menor.
  3. Batimos los huevos, agregamos las verduras (crudas y pasadas por la picadora, o salteadas en daditos), agregamos las especias que hayamos escogido, y removemos bien hasta que la mezcla quede homogénea.
  4. OPCIONAL: si queremos añadirle la harina y la levadura, éste es el momento; si no, nos saltamos este paso.
  5. Forramos un molde para horno alargado y de paredes altas con papel vegetal y vertemos la mezcla que hemos hecho, distribuyéndola bien con la cuchara para que quede toda a la misma altura.
  6. Cubrimos con una capa de rodajitas de tomate, espolvoreamos con orégano y regamos con un poquito de aceite.
  7. Echamos el queso por encima del tomate, y por encima el topping de frutos secos si es que se lo vamos a poner.
  8. Horneamos 10 minutos (15 si las verduras las hemos puesto crudas) y gratinamos un par de minutos más si nos apetece.
  9. Sacamos del horno, dejamos reposar, desmoldamos, ¡¡y a comer!! ¡Buen provecho!

martes, 25 de octubre de 2011

Romanescu al horno

¿Conocéis el romanescu? Es una hortaliza de otoño, híbrida entre la coliflor y el brócoli y documentada por primera vez en Italia en el siglo XVI, rica en vitamina C, fibra soluble y caroteno, y que presenta la particularidad de ser un fractal perfecto. Como una imagen vale más que mil palabras y el romanescu es una hortaliza preciosa, os dejo una fotito:
Bonito, ¿eh? Personalmente soy muy aficionada al romanescu, porque el olor y el sabor son más suaves que el de la coliflor y el brócoli, y también da menos gases, que hay que pensar en todo. Se pueden hacer montones de platos con él, desde cremitas hasta hervidos, pero hoy voy a compartir con vosotros una receta de romanescu al horno pensada para no perder propiedades al hervirlo. Espero que os guste, a nosotros nos ha encantado; además es facilísima de hacer, se tarda más en leerla que en prepararla.

¿QUÉ LLEVA?
  • Patatas (1 patata pequeña por persona puede estar bien)
  • Especias para las patatas, al gusto; yo les pongo: perejil picadito, orégano, pimientas variadas, pimentón dulce, ajo en polvo (el ajo natural puede ser demasiado fuerte, pero también queda rico si lo preferís).
  • Vino blanco
  • Aceite de oliva
  • Tomates secos (la cantidad va a vuestro gusto)
  • 1 romanescu (una pieza pequeña suele sacar 2/3 raciones)
  • Sal, agua
  • Toppings al gusto; yo echo: avellana picadita y sésamo.
  • Levadura de cerveza y/o germen de trigo para darle consistencia a la salsa (esto es totalmente opcional; un poquito de harina o maizena disueltas en agua tibia también puede darle consistencia; otra opción es dejar la salsa como salga, sin engordarla; a vuestro gusto)


¿CÓMO SE HACE?
  • Precalentamos el horno a 200º mientras preparamos todo lo demás.
  • Forramos una bandeja de horno con papel vegetal o con papel albal (en este caso le ponemos un poquito de aceite al papel albal para que no se pegue el asado).
  • Pelamos las patatas (si son muy nuevas se les puede dejar la piel y quedan ricas ricas) y las cortamos en rodajitas finas.
  • Distribuimos las rodajitas de patata en el fondo de la bandeja, las aderezamos con las especias que hayamos elegido (por cierto, ¡¡¡no se dice "especies"!!!), les echamos un poquito de sal y aceite de oliva a cada una, y las regamos con el vino blanco al gusto.
  • Lavamos el romanescu y lo cortamos respetando las flores para que no se desmenuce; si le quitamos el tallo central es muy fácil. Por cierto, el tallo y las hojas verdes más tiernas se pueden guardar en la nevera para hacer un puré otro día (RECETA EXTRA: ponéis a hervir el tallo y las hojas tiernas junto con una patata pequeña por persona y un poquito de perejil, cocéis hasta que esté blandito, y luego lo echáis a la batidora, le añadís un quesito de porción o un chorrito de nata vegetal o leche de soja, retocáis de sal y pimienta, y a comer!!!).
  • Distribuimos las flores de romanescu por encima de las patatas.
  • Echamos los tomates secos en los huecos que veamos.
  • Salamos un poquito y añadimos la levadura de cerveza y/o el germen de trigo si se lo vamos a echar (o el vasito de agua con harina o maizena disueltas), procurando que vaya al fondo y a los bordes de la bandeja, donde haya líquido.
  • Echamos aceite de oliva cuidando de que le caiga a todas las flores del romanescu.
  • Regamos con un poco de agua, especialmente los tomates secos, para que se hidraten durante el horneado y se pongan bien tiernos.
  • Añadimos los toppings que hayamos elegido.
  • Cuando el horno esté preparado, metemos la bandeja y horneamos a 180º unos 20 minutos; si queremos, al final podemos gratinar un minutillo o dos, para que quede más crujiente.
  • Sacamos del horno, dejamos reposar cinco minutos, y ¡a comer!!!!!!!!!! ¡Qué aproveche!

lunes, 10 de octubre de 2011

¿Por qué flexitariana y no vegetariana?

Aunque soy básicamente ovolácteovegetariana, es decir, que no como animales, prefiero considerarme a mí misma flexitariana. ¿Por qué? Porque no creo en las posiciones radicales y a veces es necesario fluir con las circunstancias y no en su contra; es mi opinión, sé que muchos no la comparten pero ésta es mi elección. OS explico porqué.

Veamos primero qué es ser flexitariano. La palabra, todavía no reconocida por la RAE, viene de la unión entre las palabras "flexibilidad" y "vegetariano", es decir, significaría algo así como "vegetariano flexible", es decir, un vegetariano que en ciertas ocasiones, periódicamente, hace excepciones a su dieta. Es por ello que los flexitarianos tienden a ser objeto de burla o incluso desprecio tanto por parte de omnívoros ("ya, ya, vegetariano cuando te conviene, pero a los chuletones bien que les das cuando quieres, ¿eh?") como por parte de vegetarianos estrictos y veganos ("esa opción no tiene validez ninguna, para eso mejor nada, eso es querer y no poder, hay que ser consecuente con las decisiones que se toman y saltarte un día la dieta es lo mismo que ser omívoro sin más"). Pero aunque entiendo esas reacciones como iniciales, vamos a hacer un poco de reflexión y ver qué hace que una persona decida ser flexitariana, porque la cosa no es tan simple como querer ser vegetariano por llamar la atención y comer carne a escondidas, ni tampoco se trata de querer serlo y no ser capaz.

Las razones que llevan a una persona a saltarse su dieta vegetariana en ocasiones periódicas, insisto, en ocasiones periódicas, suelen ser más o menos las relacionadas con la salud (periódicamente se consume un determinado producto animal para aportar al organismo determinados elementos más fáciles de encontrar -o de presencia exclusiva- en la carne o el pescado), las relacionadas con el paladar (éstas son las más motivadoras de polémica: personas que deciden seguir consumiendo ocasionalmente determinado producto de carne o pescado porque no están dispuestas a renunciar a él), o sociocoyunturales (dificultad o imposibilidad para encontrar menús vegetarianos cuando se come fuera de casa, adaptación al menú del centro de estudios o de trabajo, cortesía cuando uno es invitado a comer, turismo gastronómico y ofrecimiento de platos tradicionales o especialidades de un lugar, etc).

El debate acerca del término es grande. En general, los vegetarianos no reconocen el flexitarianismo como ningún sub-grupo vegetariano, lo cual es lógico porque el consumo de carne o pescado supone que uno no es vegetariano. Sin embargo, tampoco se puede considerar que los flexitarianos sean omnívoros, porque una persona que come poca carne o poco pescado no es flexitariana, sino que el flexitariano es vegetariano casi siempre salvo excepciones periódicas. Pero hay que resaltar que las excepciones puntuales no convierten a un vegetariano en flexitariano, sino que esas excepciones son periódicas. En resumidas cuentas, el flexitarianismo no se define tanto por lo que uno come sino por la frecuencia con que lo hace, es decir: el consumo de carne y/o pescado de un flexitariano es la excepción dentro de una dieta vegetariana (por eso no se le puede considerar omnívoro), pero a la vez es periódico y forma parte de sus hábitos dietéticos habituales (no se trata de raras excepciones, por eso no se le puede considerar vegetariano).

Dicho todo esto, debo decir, que mi caso, en realidad, no llega al flexitarianismo, porque en realidad no consumo carne o pescado de manera periódica, ni siquiera a periodos muy largos; no he dejado en mi dieta ningún residuo de carne ni pescado sin los que no pueda pasar, y los elementos que me puedan faltar en la dieta no tengo problema en tomarlos de bote; en cambio, soy omnívora social. Es decir, ocasionalmente, cuando las circunstancias me empujan a ello, hago excepciones y como carne o pescado. Lo que pasa es que a veces es más rápido decir "soy flexitariana" que decir "soy vegetariana" y luego tener que dar mil explicaciones que suenan a pobres excusas cuando le tienes que explicar a alguien porqué probaste la sobrasada que el padre de tu amiga te ofreció durante una comida como un tesoro que había traído del pueblo.

Brevemente, entonces, ¿por qué flexitariana?


  • Porque si alguien me invita a comer a su casa, no voy a ser tan rancia como para no aceptar por no comer carne; no voy a ser tan caradura como para pedir que me preparen comida especial; no voy a ser tan maleducada como para llevarme mi propia comida; y no voy a ser tan pitiminí como para no comer y decir que me basta con la compañía. No me molesta que otros lo hagan, y si lo hacen no considero que sean rancios, caraduras, maleducados ni pitiminís, pero si yo lo hago, así es como me siento.
  • Porque si alguien me ofrece su especialidad o la especialidad de su tierra, no voy a ser tan aguafiestas como para decirle que no.
  • Porque si salimos a comer fuera, no voy a obligar a todo el mundo a dar vueltas por la ciudad hasta encontrar un menú donde pueda elegir platos sin carne ni pescado; por lo demás, todas las explicaciones del primer punto son aplicables también a este.
  • Porque si en un viaje, hotel, congreso, etc, las únicas comidas disponibles tienen carne o pescado, no me planteo la posibilidad del ayuno como opción. Amo a los animales, pero también valoro mi salud.
  • Porque si por accidente, despiste o malentendido me plantan delante un plato con carne o pescado, no estoy dispuesta a rechazarlo y que lo tirarlo a la basura. Echar a la basura un animal me parece un insulto mucho peor que comérmelo.
  • Porque tengo zapatos y bolsos hechos de cuero desde hace muchos años, antes de ser vegetariana, y no estoy dispuesta a tirarlos a la basura ni a regalarlos y comprarme otros nuevos; el consumismo porque sí tampoco me parece una opción; lo que tengo, lo uso. Yo no soy lo que visto. 
  • Porque yo elegí ser vegetariana, no esclava del vegetarianismo.
  • Porque creo que la flexibilidad debe ser parte indispensable de cualquier camino que uno escoja recorrer.
Y esto es básicamente todo. Espero con ello haber aclarado algunas dudas. 

jueves, 11 de agosto de 2011

Dr. Neil deGrasse Tyson's Interview With PETA

Dejo para vosotros la entrevista que PETA realizó al Dr Tyson, famoso astrofísico, divulgador y director del Observatorio Hayden. Es interesante, amena y sobre todo inteligente. Click en el enlace. ¡Que disfrutéis!
Dr. Neil deGrasse Tyson's Interview With PETA: "Famed astrophysicist and Hayden Planetarium director Dr. Neil deGrasse Tyson discusses the human-animal connection from a scientific standpoint…"

lunes, 13 de junio de 2011

Sitios que leo: vegetarien

Hoy no comparto recetas sino un enlace a la web VEGETARIEN . Está en francés, pero se entiende muy bien. Además de que la presentación me parece muy bonita, la información que ofrece es clara, concisa y respetuosa. ¿Por qué digo respetuosa? Porque todos hemos conocido a vegetarianos y veganos pelmas que dan la brasa a carnívoros, flexitarianos, semivegetarianos, pescetarianos, pollotarianos y demás personas que seleccionan su dieta de manera diferente a ellos. Creo que estas personas, además de ser un verdadero fastidio en ocasiones, flaco favor hacen a los animales haciendo que la gente, por reacción rebote, se aferre aun más a su costumbre de comérselos; que más de uno habrá salido de una de estas conversaciones babeando por un buen chuletón crudo y sangrante, o por toda la vaca si puede ser.

Personalmente creo que se puede ser vegetariano sin necesidad de hacer proselitismo, y cuando alguien nos pregunta, podemos dar una explicación amable que no haga que nadie se sienta presionado; incluso las personas que con toda la buena intención del mundo intentan convencer a los demás, podrían hacerlo con un poco más de diplomacia y menos plomo, y seguramente así tendrían más éxito. La realidad es que si una persona no es receptiva, no va a serlo le digas lo que le digas: ni imágenes horribles, ni historias grotescas le van a afectar. Puedes entristecer a una persona, hacerla llorar, hacerla vomitar y amargarle la existencia, y aun así, si esa persona quiere comer carne, va a seguir haciéndolo y no va a relacionar el filete de su plato con el cerdito que se caía del gancho en el matadero en el vídeo que le pusiste esa mañana y que tanto la hizo llorar. Es perder el tiempo, el tuyo y el suyo, y es amargar a una persona sin necesidad. ¿Desde cuándo ha funcionado forzar las cosas? Yo creo que cuando alguien nos pregunta y al contestarle no siente que intentamos empujarle a hacer nada, se va a sentir más tranquilo y menos amenazado, y por lo tanto va a sentir la libertad de mostrarse curioso y escuchar de verdad lo que le estás contando; ya, si él quiere, probará lo que le cuentas, y si no quiere, no lo va a probar y punto, le digas lo que le digas o le muestres lo que le muestres. En resumidas cuentas, amigo vegetariano: vive y deja vivir. Tú, haz lo que quieras; y los demás, lo van a hacer también te pongas como te pongas, así que no seas pelma!!! Informar, sí; dar la brasa, no.

La verdad es que el método de contarle cómo comes a la gente que te pregunta, con amabilidad y sin presionar, y con mucho humor, a mí no me ha ido mal; tengo amigos que han decidido probar la dieta vegetariana durante una temporada simplemente por curiosidad, y tengo muchos otros, carnívoros ellos, que han decidido introducir recetas vegetarianas en su dieta para ampliar rango de sabores o para cuidar sus arterias; y a mí, me parece bien. Hay muchos veganos que desvalorizan completamente cualquier opción que no sea la suya, pero yo creo que cualquier reducción en el consumo de carne de una persona es más saludable para esa persona en sí, para el medio ambiente, y por supuesto para los animales que no se ha comido. Un paso siempre es un paso, para todos.

Pero en fin, a lo que íbamos: que VEGETARIEN es una de esas páginas amables y neutras donde uno puede leer explicaciones claras y concisas de las cuestiones habituales que se nos preguntan a los vegetarianos, sin necesidad de tragarse propaganda, desprecios, insultos o fotos espantosas. Además, cada explicación trae su pequeña sección de enlaces, por si alguien quiere profundizar más.

Y para dar un poquito de color a este post donde he acabado haciendo proselitismo del no-proselitismo (¡prohibido prohibir!), os paso una foto de la última receta que compartí con vosotros, la de los medallones de avena y tofu a la salsa de miel y romero; está un poco borrosa y el plato del Ikea no es el más mono, la verdad, pero me hacía ilusión  :-P

martes, 31 de mayo de 2011

Medallones de avena con tofu a la salsa de miel y romero

Después de una pequeña ausencia porque cuando una está desocupada todas las ocupaciones aparecen juntas y no le dejan a una ni un minuto para perder en aficiones marujiles varias, retomo mis cazuelas con una receta gourmet: medallones de avena con tofu a la salsa de miel y romero. Están riquísimos, en serio. Por cierto que los carnívoros podéis preparar esta receta con escalopines en vez de con medallones de avena; yo misma lo hubiera hecho así hace unos meses, pero ahora creo que el saborcillo de la avena le da un toque más especial.  :-)


Medallones de avena con tofu a la salsa de miel y romero

Qué lleva:

  •  Para los medallones:
    1. Avena
    2. Leche -de vaca o de soja- o yogur (ojo que el yogur es más agrio)
    3. Agua, sal y especias al gusto (no os paséis con las especias, que la salsa va a estar muy rica; si acaso un poquito de pimienta)
  • Para la guarnición:
    1. Ajo-puerro o cebolla tierna.
    2. Zanahoria en daditos.
    3. Tofu en daditos.
    4. Aceite.
    5. Vino.
    6. Salsa de soja.
    7. Miel.
    8. Romero. y pimentón
 Cómo se hace: 
  1. Mezclamos bien la avena con la sal y las especias (repito: no os paséis de especias para no matar el sabor de la salsa; podéis incluso no poner especias, aunque una chispita de pimienta siempre le da chispa a los platos).
  2. Agregamos el líquido que hayamos elegido (leche -de vaca o de soja-, o yogur), despacito: añadimos un poco, amasamos, añadimos otro poco... Tenemos que obtener una masa compacta. Si se desmorona demasiado, añadimos otro poquito de avena y mezclamos bien. La consistencia tiene que quedar muy parecida a la de la carne picada.
  3. Ya tenemos los medallones preparados, ahora vamos a por la guarnición: en una sartén con una chispitina de aceite, doramos el ajo-puerro o el cebollino, le damos un par de vueltas con la cuchara y añadimos los daditos de zanahoria y de tofu.
  4. Agregamos el pimentón y el romero, y removemos con cuidado (el tofu es delicado y se puede romper).
  5. Rociamos con un poco de salsa de soja (mejor si tenemos forma de echarla por goteo; yo suelo abrir las botellas pinchando la tapa para que nunca me caiga un chorro de salsa de soja porque sabe demasiado fuerte; al pinchar la tapa cae a gotas, y aunque requiere un poco más de paciencia, se puede dosificar mejor). Tenemos que procurar que la salsa de soja caiga encima de todos los daditos de tofu más que en la sartén o en la zanahoria; yo suelo ir dadito por dadito.
  6. Dejamos que la salsa de soja vaya reduciendo, y mientras formamos los medallones. Recordad que entre uno y otro conviene que os lavéis y os sequéis bien las manos para que no se os pegue la masa a la piel.
  7. Hacemos hueco en la sartén y colocamos los medallones con cuidado; los doramos por ambos lados.
  8. Removemos con cuidado, agregamos un poquito de vino tinto y lo dejamos reducir,
  9. Removemos otra vez con cuidado y echamos miel al gusto, cuidando de que caiga encima de los medallones de avena. Removemos hasta que vemos que todo adquiere como una película brillante, y listo, ¡a comer!
Esta receta, servida en un plato bonito y adornada con una flor y una ramita de perejil, queda de fábula. Si además lo ponéis todo encima de una hoja de lechuga, el plato no se pegoteará tanto y será más fácil de fregar (jeje).


martes, 17 de mayo de 2011

Pisto manchego (ah, pero ¿eso es vegetariano?)

Cuando uno habla de recetas vegetarianas, la gente suele pensar en: 1, hierba y alfalfa; 2, comidas rarísimas de nombres impronunciables y sabores repulsivos. Pero nada más lejos de la realidad. Es verdad que los vegetarianos comemos productos "raros" que los carnívoros no suelen incluir en su dieta, muchas veces procedentes de otros lugares del mundo, y por supuesto consumimos más vegetales; pero eso no significa que comamos aburrido o soso, sino todo lo contrario... ah, pero ése es otro post y será contado en otra ocasión; lo que venía a comentar aquí hoy es que, además, comemos muchísimos platos tradicionales. Cuando incluyes el pisto manchego o un delicioso salmorejo entre tus recetas vegetarianas, a la gente le suele sorprender. ¿Por qué os sorprendéis, chicos? Vivimos en España; nuestro país tiene una huerta generosísima que los campesinos han sabido aprovechar al máximo en épocas en las que la carestía obligaba a prescindir de la carne, y tenemos también a la espalda una larga tradición de costumbres católicas gracias a las cuales las amas de casa en general y las monjas muy en particular han perfeccionado hasta el milagro los platos sin carne propios de la Cuaresma. Muchísimos platos tradicionales de España son vegetarianos, veganos incluso (no leche, no huevos), y muchos otros son pesceterianos (no llevan carne pero sí pescado y derivados), léase paella marinera y pallea de la huerta, fideueta, patatas a lo pobre, tortilla española, espinacas a la catalana, largo etcétera.
   Por otra parte, nunca insistiré bastante en la importancia de las hortalizas; los vegetarianos tendemos a sustituir la carne por legumbres o cereales, y yo no me canso de compensarlo con ellas. A lo mejor es una manía, pero incluso cuando era carnívora tenía la costumbre de servir una generosa ración de hortalizas al lado de cada plato de proteínas. Con todas las modas que hay ahora que consideran pecado mortal combinar una cosa con otra, seguro que estoy diciendo alguna herejía; pero como todas esas dietas de moda se contradicen unas a otras, seguro que en alguna de ellas lo que estoy diciendo suena genial. Y bueno, en resumidas cuentas: que voy a daros por aquí muchas recetas de salsas y guarniciones vegetales para que no olvidéis acompañar de muchas vitaminas vuestros filetes (ya sean de carne o de avena; dui le, ¿os habéis animado a prepararlos o no?). Así que vamos allá: mírala cara a cara, que es la primera...

Pisto manchego (y ratatouille de regalo)

Qué lleva:
Os cuento las cantidades que preparo para Ru y para mí.
  1. Cebolla troceada: 1
  2. Pimiento rojo y/o verde (o los dos, ¡cuanto más color, mejor, siempre!), troceado: 1 (o 1/2 y 1/2)
  3. Tomates maduros picados muy muy finitos: 4 si no son muy grandes; en casa nos chifla el tomate, la verdad, así que tendemos a echarle todo el que cabe en la sartén.
  4. RECETA EXTRA: RATATOUILLE. Berenjena troceada en taquitos pequeños: 1.
  5. Sal, aceite (¡de oliva virgen si puede ser!). 
  6. Opcional: 1/2 vasito de vino y 1 hoja de laurel.
  7. Opcional: 1 huevo por persona; con esto y una buena rebanada de pan, tenemos plato único.
Cómo se hace:
  1. Pochamos la cebolla en el aceite caliente hasta que se ablande.
  2. Añadimos los pimientos y removemos bien hasta que se ablanden también.
  3. Si estamos haciendo la ratatouille, añadimos ahora la berenjena en taquitos y removemos hasta que cambie de color.
  4. Echamos el tomate bien picado. No seáis maniáticos y nada de escaldarlo para quitarles la piel: es fibra y está muy rica; además, si los trocitos de tomate son realmente pequeños, ni se va a notar, así que a picar con esmero; recordad: no existen pieles de tomate molestas: existen cocineros descuidados.
  5. Salamos, removemos bien y dejamos tapado a fuego medio.
  6. Cuando los tomates empiecen a soltar agua es el momento de echar el vino y el laurel, si es que queremos ponerlos; sin ellos también queda rico. Removemos, tapamos, dejamos a fuego medio. Os recomiendo mantener la hoja de laurel siempre en la superficie, para retirarla cuando lo sirváis.
  7. Un minuto antes de sacarlo del fuego, es el momento de echar los huevos si es que vais a hacer el pisto como plato único. Los echamos con cuidado para que la clara no se extienda mucho ni caigan sobre la hoja de laurel (también podemos retirarla antes de poner los huevos); lo ideal es que nos queden recogidos, como pelotitas o bichos-bola. Una chispitina de sal y pimienta negra en la yema queda muy, muy rica.
  8. Cuando se nos haya quedado con la textura que nos gusta (hay a quien le gusta más bien seco y quien lo prefiere con más líquido, y no me hagáis chistes guarros que os conozco) lo servimos, si queremos con una buena rebanada de pan al lado para mojar, que merece la pena, ¡y a disfrutar!
 ¿Esta rica o qué, la comida vegetariana?

lunes, 16 de mayo de 2011

Filetes de avena, versión BETA (Ideal para perezosos)

  Os voy a pasar la receta más fácil que me he inventado últimamente: los filetes de avena, versión BETA (ideal para perezosos). Son sencillísimos de hacer, más que rápidos, y además están bien ricos; a ver si el maestro se digna darme la razón. 
   A partir de esta receta he ido experimentando con otras muchas que consisten básicamente en ir añadiendo ingredientes a la mezcla o complicar un poquito los pasos de preparación, pero de momento vamos a empezar por la fácil re-fácil.

Filetes de avena, versión BETA

Qué llevan:
  1. Copos de avena natural instantánea; es decir, copos de avena sin azúcar ni chocolate ni gaitas, de los que están preparados simplemente para echar a la leche y comer. En el Mercadona y el Alcampo los hay muy bien de precio en la sección de dietética (a veces aparecen en la sección normal de cereales). Normalmente nos llega con un par de cucharones por persona, pero es fácil calcularlo a vista según el hambre que tengáis.
  2. Leche. Si os sentís veganos o queréis experimentar, podéis usar leche de soja, de arroz, de almendras, etc, siempre y cuando no esté endulzada. Y si os sentís espartanos y frugales, podéis usar agua, pero luego no os quejéis si no están tan jugosas. La cantidad ya la veremos en la preparación.
  3. Sal y especias al gusto (podéis usar un preparado de especias para hamburguesas o carne, o bien mezclar las especias que más os gusten; en casa, un pellizco de pimienta blanca y/o negra, ajo y cebolla en polvo, laurel en polvo y un poco de pimentón dulce suelen funcionar estupendamente; pero cada cual tiene sus preferencias).
  4. Aceite (en casa nos va el de oliva, pero podéis usar el que queráis, o incluso sustituirlo por mantequilla o margarina)
  5. Opcionales: una cucharada de salsa de soja (mejor comprada en un supermercado chino que en una dietética, la marca seguramente sea la misma o mejor, y el precio sin duda será mucho más asequible), a cambio de la sal (la salsa de soja es salada en sí). También podemos añadir, si queremos, un chorrito de vino o de cerveza, que les da un toque muy gustoso.
Cómo se hacen:
  1. Echamos la avena y las especias en un bol y lo movemos bien para que se mezcle todo.
  2. Añadimos los líquidos: es decir, la leche, y si hemos decidido poner salsa de soja y/o vino o cerveza, también. Removemos y vamos corrigiendo de avena si hace falta: nos tiene que quedar una pasta espesa, con la consistencia más o menos de la carne picada de verdad (no, no es igual a la vista, me refiero a lo espesa que tiene que quedar).
  3. Formamos los filetes (cogemos pequeñas porciones, las hacemos más o menos redonditas, y las aplastamos poquito a poco) con las manos bien secas para que no se nos peguen a la piel; si vamos a hacer varios filetes, nos conviene lavarnos y secarnos las manos entre uno y otro, para que no se nos peguen. Si aún así nos cuesta un poquito, el truco universal es mancharse las manos de harina y las cosas dejan de pegarse enseguida.
  4. Pintamos la sartén de aceite con los dedos (o fundimos una pizca de margarina o mantequilla) y doramos los filetes por los dos lados a fuego medio. Un minutillo o así por cada lado suele sobrar para que queden doraditos y crujientes por fuera y blandos por dentro, pero cada cual tiene que dejarlos al fuego según su cocina. OJO: estos filetes pueden coger bastante aceite, pero nunca más del que vosotros pongáis, por lo que es muy importante que de verdad echéis muy muy poco aceite en la sartén. Cuando cocinéis con cereales, pensad siempre más en hacerlos a la plancha que en freírlos.
¡Espero que os gusten! Y espero que me lo contéis.   :-)

sábado, 14 de mayo de 2011

Mayonesa cobarde: ¡corre, huevo, corre!

Una expresión bien castiza para describir a un cobarde en España es "no tiene huevos". Así que válganos la cita de Homer Simpson para dar pie a la primera receta de este vuestro blog: la mayonesa sin huevo. Vamos a llamarla "vegetanesa", para abreviar.

Aclaro, anticipándome a la pregunta, que hay muchos vegetarianos que no consumen ningún producto de origen animal: ni leche ni huevos ni miel. Estas personas, normalmente denominados "veganos" (ya haremos un post sobre los diferentes tipos de vegetarianismo, que tiene telita marinera), son los que no utilizan huevos en la preparación de sus mayonesas; un vegetariano (matizando: un ovo-lácteo- vegetariano, y reitero que ya haremos un post sobre esto) sí puede comer mayonesa normal.

Pero entonces, ¿por qué sin huevo? ¿Se trata de sustituir la mayonesa para siempre? No. Un carnívoro puede perfectamente conocer, cocinar y comer recetas vegetarianas. Ya sé que dicho así suena un poco a perogrullada, pero yo lo remarco porque, al menos en España, a veces pienso que existe una extraña rivalidad vegetarianos-carnívoros, donde lo uno parece excluir por completo lo otro. Y es curioso, porque a ver: un vegetariano no come carne, vale, pero ¿por qué un carnívoro no va a comer platos vegetarianos? De hecho, yo no como carne pero sí huevos y leche, es decir, puedo comprar mi tarro de mayonesa Ybarra y ser feliz con él, y sin embargo estoy encantada con la vegetanesa. ¿Por qué? Pues porque pienso que ser capaz de cocinar mayonesa sin huevos puede ser muy útil en determinadas circunstancias; uno puede consumir mayonesa normal habitualmente, y en cambio recurrir a la vegetanesa cuando, por ejemplo:

  • Estamos a dieta. Las recetas de mayonesa que no incluyen huevo suelen necesitar mucho menos aceite para ligar y quedar cremosas, por lo que son bastante menos calóricas.
  • Tenemos colesterol. Menos aceite y nada de huevo: un favor a nuestras arterias cuando más lo necesitan.
  • Salimos de excursión en verano. No huevo crudo: no salmonelosis.
  • No tenemos muy buena mano para ligar la mayonesa. Lo que se corta es el huevo, así que si le damos cremosidad con otros productos, a poco que removamos nos va a quedar una cremita consistente.
  • Tenemos un poco de prisa y no nos apetece liarnos con el montaje y limpieza de la batidora. La mayonesa sin huevo se puede batir a mano en un bol, y no se nos corta.
Así que bueno, aquí os dejo estas alternativas por si queréis echar mano de ellas en algún momento. Alternativas, en plural. No os voy a dar una receta de la manera habitual (ingredientes, cantidades, método de preparación), sino a enumerar los productos más habituales por los que podemos sustituir el huevo. Hao le! Vamos a ello.

VEGETANESA (mayonesa sin huevo)

Qué lleva:
(no especificamos cantidades, lo veremos más tarde en "preparación")
  1. Sustitutivo del huevo. Podemos usar muchos, y cada uno tiene un efecto diferente. Vamos a verlos:
    • Tofu. Ya sabéis, queso de soja; no muerde. Caro en las dietéticas, barato en los supermercados chinos (y sí, muchas veces es la misma marca, o marcas aún mejores; y sí, haremos un post sobre las dietéticas y los vegetarianos cortos de bolsillo, también). Un taquito de tofu blando bien machacado espesa cualquier salsa, lo mismo con la vegetanesa: machacamos un taquito de tofu y lo batimos en agua, leche, leche de soja o suero del propio tofu; en esta receta, el espesor de la vegetanesa lo vamos controlando añadiendo más tofu, no más aceite. El tofu tiene su propio sabor, pero es tan suave que la vegetanesa acaba tomando el sabor del aceite, el acidulante y el puntito de sal; un buen truco es dejarla reposar unas cuantas horas antes de servirla, así el sabor del tofu prácticamente acaba por desaparecer. RECETA EXTRA: si al tofu machacado y batido, bien espesito, le añadimos un aceite suave, eliminamos el acidulante y le ponemos azúcar en vez de sal, nos queda NATA PARA POSTRE; no se puede montar, pero se puede echar por encima de cualquier plato dulce y queda muy rica; esta misma receta, sin azúcar pero también sin sal ni acidulante (es decir, tofu batido y aceite suave) se puede usar como NATA PARA COCINAR.
    • Yogur. La vegetanesa con yogur queda un poco más ácida, pero está muy bien para los que no gustan de sabores o texturas desconocidos, porque obviamente el yogur nos es más familiar que el tofu. Si es demasiado espeso para vuestro gusto, podéis batirlo con agua o leche para que quede más cremoso y menos sólido.
    • Leche, de vaca o de soja. La desventaja de esta receta es que la leche no es espesa, por lo que hay que engordarla con mucho aceite o añadirle algún espesante como el agar-agar (de venta en dietéticas). Yo personalmente no gusto demasiado de esta versión porque pierde algunas de las ventajas de la vegetanesa (o perdemos la ventaja del poco aceite, o tenemos que recurrir a espesantes auxiliares, siendo el agar-agar un producto que probablemente no tengáis en casa de forma habitual), pero como hay quien la adora, yo os la cuento.
  2. Aceite. De oliva virgen si os gusta fuerte, de oliva refinado para un toque más suave, y hay quien prefiere el de girasol. Vosotros escogéis.
  3. Acidulante: los habituales, limón o vinagre, y siempre al gusto, a cada cual le gusta la mayonesa más suave o más ácida, así que podéis elegir.
  4. Sal: un pellizquito de sal siempre la va a hacer más sabrosa.
  5. Ajo opcional: uno o dos dientes de ajo bien machacados pueden sacar un ajoaceite rico-rico.
  6. Tomate triturado opcional: RECETAS EXTRA: tomate con azúcar y vinagre: sirve de KETCHUP.. Tomate con menos azúcar y un chorrito de vodka o coñac: sirve de SALSA COCKTAIL.
Cómo se hace:
(¡Más fácil imposible!)
  1.  Preparad el sustitutivo del huevo que más os apetezca, según las formas que os he explicado más arriba. Buscad en este paso la cantidad de vegetanesa y la consistencia que queráis conseguir, porque no la vamos a engordar después con el aceite, es decir, la cantidad y textura que obtengáis ahora es prácticamente la que vamos a tener al final..
  2. Añadidle aceite a vuestro gusto. Lo importante es recordar que el elemento principal de la vegetanesa NO es el aceite, como en la mayonesa normal, sino el sustitutivo del huevo; el aceite se lo añadimos para hacerla más gustosa, así que le ponemos el que nos apetece. Un poquito suele bastar.
  3. Añadimos el acidulante, el que nos guste, y en la cantidad que nos guste. El consejo para no pasarnos es ir poquito a poco y probar después de cada añadido y removido hasta llegar al punto ideal.
  4. Retocamos de sal, y le ponemos los opcionales si queremos.
  5. Batimos un poquito más (recordad que se puede hacer a mano) y la dejamos reposar un rato si queremos, aunque se puede consumir al momento; simplemente un ratito de reposo la asienta mejor.
¡Buen provecho!

Cómo dejé de comerme a mis amigos.

Érase una vez un blog que se abrió para contar una historia: la historia de cómo una persona dejó de comer carne, y las aventuras que fue viviendo desde entonces...

   Siempre he tenido debilidad por los animales, desde que tengo recuerdo; no, en realidad incluso desde antes: cuenta una vieja historia familiar que cuando yo todavía era casi un bebé, me llevaba un trozo de pan a la cuna a la hora de la siesta, con la excusa de dárselo a mi ratón para que se lo comiera; mis padres, como es natural, pensaban que su bebé simplemente se había inventado de forma precoz un amigo invisible muy original. Hasta que un día descubrieron que ni invisible ni imaginario: había un ratón en mi cuna; venía de visita a la hora de la siesta para llevarse mi pedazo de pan, y los dos, ratón y bebé, tan contentos. La historia es tierna en sí, pero habiendo en ella un ratón, un bebé y unos padres primerizos, no podía tener un final feliz. Mejor no pensar en ello y limitarnos a sacar conclusiones: la primera, lo dicho, que siempre he tenido debilidad por los animales, y que esa debilidad ha sido mutua; la segunda, que probablemente esa experiencia, con su lado bueno y con su lado malo, sea lo que ha determinado mi sensibilidad hacia el sufrimiento animal, una sensibilidad que algunos podrían considerar excesiva.
   Y aun así, lo curioso es que la disociación entre lo que hay en mi plato y lo que había antes de llegar a él casi siempre ha dominado mi dieta, salvo breves periodos vegetarianos que nunca duraron mucho. Siempre he sabido lo que comía, y siempre he pensado en ello, al contrario que otras personas; pero aun así he seguido comiéndolo. He sido, durante mucho tiempo, parte de ese grupo de personas que dicen "si tuviera que matar yo a los pobres animalitos, sería vegetariana". Dicho de otra manera: gente consciente de que comer carne no está del todo exento de crueldad, pero no lo bastante concienciada como para dejar de hacerlo.

   Y bueno, luego vi este documental:  "If slaughterhouses had GLASS WALLS..."      ¿Que porqué pongo el enlace en vez de incrustarlo aquí? Porque no quiero ponéroslo fácil para verlo. No quiero hacer proselitismo ni empujar a nadie a hacer nada o a dejarlo de hacer; el motivo de este blog es simplemente contar cómo voy viviendo la experiencia de dejar de comer carne. Por eso, comparto con vosotros el acceso a un vídeo que para mí fue determinante en ese sentido; pero si queréis verlo, no lo haréis aquí. Clickáis en el título del documental y vais a Youtube y lo veis allí, eso sí, bajo vuestra propia responsabilidad; digo esto porque el vídeo es muy duro. MUY DURO. Quedáis advertidos. Pero antes de hacerlo, pensad bien si de verdad lo queréis ver, porque os va a afectar mucho; no necesariamente os va a convertir en vegetarianos ni mucho menos, pero como mínimo os va a amargar el día  y probablemente un par de comidas en los días siguientes.
   Os cuento de qué va y cómo me influyó: se trata de un pequeño documental en el que Paul McCartney nos muestra cómo funcionan por dentro los mataderos, acabando de un plumazo con el mito que nos venden siempre de que son lugares pacíficos y modernos donde los animales son sacrificados con respeto y eficacia y sin sufrir dolor alguno. Para mí, descubrir que el famoso "es muy rápido, ni se enteran" es una enorme y descarada mentira fue un empujón importante hacia decidir dejar de colaborar con los mataderos y sus actividades. Pero fue más que eso: lo que vi y escuché en este vídeo me impactó en los ojos de tal manera que no he podido volver a cerrarlos; hasta el momento, como os he dicho, podía evitar pensar demasiado en lo que realmente había en mi plato y cómo había llegado hasta ahí; en cambio ahora no puedo hacerlo, las imágenes y los sonidos están tan grabados en mi memoria que están presentes cada vez que me siento delante de un trozo de carne. La verdad es que me lo amargan. Chico, me siento fatal cuando me planto delante de un filete y pienso en el cerdito, en lo rico que era cuando estaba vivo (rico en sentido figurado!!!) y en lo que el pobre ha pasado hasta llegar a mi plato. Y no tengo ganas de pasarlo mal cuando me siento a la mesa; me gusta disfrutar de mi comida, y si eso implica no llevarme a la boca nada que me haga sentir mala conciencia, pues fuera la carne de mi dieta.
   Lo que vengo a decir es que en realidad no he tomado ninguna decisión; no hubo un momento en que decidiera ser vegetariana: simplemente dejé de comer algo que me hacía sentir mal. Vi y escuché una serie de cosas que ahora me afectan a la hora de comer carne. Por eso no lo hago: por egoísmo, puro y duro. No como carne porque me hace sentir culpable; no como carne porque me siento feliz y tranquila sentada frente a una mesa donde no hay carne y todo lo que la carne implica. Hago balance, y disfruto más de mi comida vegetariana que de una hamburguesa que por muy rica que esté, ahora mismo a mí se me atraganta.

   Y bueno, pues esa es la historia de cómo dejé de comer carne. A partir de este momento, lo que quiero compartir con todos vosotros es cómo lo voy llevando. Para mí esto es una aventura; al igual que el dejar de comer carne no fue planeado sino que simplemente ocurrió, los pasos a ir dando son inciertos. Sacar la carne de mi dieta supone un sinfín de novedades, de aventuras y descubrimientos en mi cocina y en mi plato; y la verdad, confieso que me lo estoy pasando genial. Y eso es lo que quiero compartir con vosotros.

¡Gracias por acompañarme en este viaje!