Cuando uno habla de recetas vegetarianas, la gente suele pensar en: 1, hierba y alfalfa; 2, comidas rarísimas de nombres impronunciables y sabores repulsivos. Pero nada más lejos de la realidad. Es verdad que los vegetarianos comemos productos "raros" que los carnívoros no suelen incluir en su dieta, muchas veces procedentes de otros lugares del mundo, y por supuesto consumimos más vegetales; pero eso no significa que comamos aburrido o soso, sino todo lo contrario... ah, pero ése es otro post y será contado en otra ocasión; lo que venía a comentar aquí hoy es que, además, comemos muchísimos platos tradicionales. Cuando incluyes el pisto manchego o un delicioso salmorejo entre tus recetas vegetarianas, a la gente le suele sorprender. ¿Por qué os sorprendéis, chicos? Vivimos en España; nuestro país tiene una huerta generosísima que los campesinos han sabido aprovechar al máximo en épocas en las que la carestía obligaba a prescindir de la carne, y tenemos también a la espalda una larga tradición de costumbres católicas gracias a las cuales las amas de casa en general y las monjas muy en particular han perfeccionado hasta el milagro los platos sin carne propios de la Cuaresma. Muchísimos platos tradicionales de España son vegetarianos, veganos incluso (no leche, no huevos), y muchos otros son pesceterianos (no llevan carne pero sí pescado y derivados), léase paella marinera y pallea de la huerta, fideueta, patatas a lo pobre, tortilla española, espinacas a la catalana, largo etcétera.
Por otra parte, nunca insistiré bastante en la importancia de las hortalizas; los vegetarianos tendemos a sustituir la carne por legumbres o cereales, y yo no me canso de compensarlo con ellas. A lo mejor es una manía, pero incluso cuando era carnívora tenía la costumbre de servir una generosa ración de hortalizas al lado de cada plato de proteínas. Con todas las modas que hay ahora que consideran pecado mortal combinar una cosa con otra, seguro que estoy diciendo alguna herejía; pero como todas esas dietas de moda se contradicen unas a otras, seguro que en alguna de ellas lo que estoy diciendo suena genial. Y bueno, en resumidas cuentas: que voy a daros por aquí muchas recetas de salsas y guarniciones vegetales para que no olvidéis acompañar de muchas vitaminas vuestros filetes (ya sean de carne o de avena; dui le, ¿os habéis animado a prepararlos o no?). Así que vamos allá: mírala cara a cara, que es la primera...
Pisto manchego (y ratatouille de regalo)
Qué lleva:
Os cuento las cantidades que preparo para Ru y para mí.
- Cebolla troceada: 1
- Pimiento rojo y/o verde (o los dos, ¡cuanto más color, mejor, siempre!), troceado: 1 (o 1/2 y 1/2)
- Tomates maduros picados muy muy finitos: 4 si no son muy grandes; en casa nos chifla el tomate, la verdad, así que tendemos a echarle todo el que cabe en la sartén.
- RECETA EXTRA: RATATOUILLE. Berenjena troceada en taquitos pequeños: 1.
- Sal, aceite (¡de oliva virgen si puede ser!).
- Opcional: 1/2 vasito de vino y 1 hoja de laurel.
- Opcional: 1 huevo por persona; con esto y una buena rebanada de pan, tenemos plato único.
Cómo se hace:
- Pochamos la cebolla en el aceite caliente hasta que se ablande.
- Añadimos los pimientos y removemos bien hasta que se ablanden también.
- Si estamos haciendo la ratatouille, añadimos ahora la berenjena en taquitos y removemos hasta que cambie de color.
- Echamos el tomate bien picado. No seáis maniáticos y nada de escaldarlo para quitarles la piel: es fibra y está muy rica; además, si los trocitos de tomate son realmente pequeños, ni se va a notar, así que a picar con esmero; recordad: no existen pieles de tomate molestas: existen cocineros descuidados.
- Salamos, removemos bien y dejamos tapado a fuego medio.
- Cuando los tomates empiecen a soltar agua es el momento de echar el vino y el laurel, si es que queremos ponerlos; sin ellos también queda rico. Removemos, tapamos, dejamos a fuego medio. Os recomiendo mantener la hoja de laurel siempre en la superficie, para retirarla cuando lo sirváis.
- Un minuto antes de sacarlo del fuego, es el momento de echar los huevos si es que vais a hacer el pisto como plato único. Los echamos con cuidado para que la clara no se extienda mucho ni caigan sobre la hoja de laurel (también podemos retirarla antes de poner los huevos); lo ideal es que nos queden recogidos, como pelotitas o bichos-bola. Una chispitina de sal y pimienta negra en la yema queda muy, muy rica.
- Cuando se nos haya quedado con la textura que nos gusta (hay a quien le gusta más bien seco y quien lo prefiere con más líquido, y no me hagáis chistes guarros que os conozco) lo servimos, si queremos con una buena rebanada de pan al lado para mojar, que merece la pena, ¡y a disfrutar!
¿Esta rica o qué, la comida vegetariana?
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