martes, 8 de noviembre de 2011

Vegarella (mozzarella vegetal)

Estos días ando experimentando con los quesos veganos. No, no planeo dejar a leche ni los huevos, pero sí reducir su consumo y sobre todo probar nuevos sabores; además, ya sabéis que me gusta experimentar con alternativas a determinados problemas, en este caso la típica intolerancia a la lactosa, así que si algun@ de vosotr@s no puede tomar leche, os animo a probar las recetas de quesos veganos.

Después de mucho indagar por aquí y por allá he acabado combinando varias recetas para preparar algo que se me ha ocurrido llamar vegarella, y que vendría a ser algo así como una mozzarella vegetal; no se funde como la mozzarella auténtica, por supuesto, ni hace hilitos ni se vuelve "chiclosa" al enfriarse, pero se puede usar para lo mismo y le da un punto muy sabroso y cremosito a cualquier plato en el que normalmente se use queso de fundir, desde pizzas hasta puddings salados. Dicho lo cual, paso a daros la receta; por cierto que os la voy a dar en vasitos, que es como he ido calculando yo, y las proporcione de unos ingredientes con otros; debo decir que siempre he preferido que me dieran las recetas en proporciones en vez de en valores absolutos (es decir: entendiendo el ingrediente principal como referencia, el resto de ingredientes serían fracciones de la cantidad que hayamos escogido, es decir, la receta llevaría los gramos que queramos del ingrediente principal y luego la mitad de esa cantidad para otro ingrediente, 1/8 de esa cantidad para otro, etc.), para yo adaptarla a las cantidades adecuadas para mi caso, así que así es como os la paso.


VEGARELLA (mozzarella vegetal)


¿Qué lleva?

  • 2 vasitos de agua
  • 1/2 vasito (o 1/4 de la cantidad de agua que hayáis usado) de levadura de cerveza desamargada (a la venta en dietéticas)
  • 1/4 de vasito (o 1/8 de la cantidad de agua que hayáis usado) de copos de avena de desayuno
  • 1/4 de vasito (o 1/8 de la cantidad de agua que hayáis usado) de sésamo, preferiblemente crudo; también vale el gomasio de sésamo o incluso el tahiní.
  • 1 cucharada grande de harina, preferiblemente integral; probablemente también podáis usar maizena, pero la cantidad queda a vuestro criterio, porque yo no suelo usar maizena por lo que no conozco bien las cantidades que hacen falta para dar densidad a las cremas, pensad en conseguir una textura cremosa pero bastante densa y ya está.
  • 1 chorretón de zumo de limón
  • 1 chorretón de aceite de oliva, preferiblemente virgen
  • 1 cucharadita de cebolla en polvo
  • 1 cucharadita de ajo en polvo
  • 1 pizquita de sal
¿Cómo se hace?
  • Lo mezclamos todo bien en una batidora hasta conseguir una textura de crema muy densa.
  • Lo ponemos a fuego medio en una sartén o en un cazo (en lo más antiadherente que tengamos a mano a no ser que tengáis una afición especial a darle al estropajo de alambrillo)
  • Removemos poquito a poco hasta que veamos que la pasta empieza a despegarse de la superficie al remover, como si se estuviera convirtiendo en un bloque.
  • Si tenemos prisa por cocinar con ella, podemos echarla directamente por encima del plato en cuestión (pizza, pudding, verduras para gratinar...)
  • Si la queremos guardar o hemos preparado para varias veces, forramos de papel albal un molde y echamos la mezcla, la dejamos enfriar en la nevera y ya está: la próxima vez que queramos usarla no tenemos más que cortar unas lajas (no esperéis lonchas perfectas, la textura no es completamente sólida así que quedarán pequeñas porciones irregulares) y distribuirlas por encima del plato que estemos preparando como si fuera mozzarella o tranchete.
  • En la nevera bien tapadita, os puede durar alrededor de una semana.
¡Que aproveche!

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