Érase una vez un blog que se abrió para contar una historia: la historia de cómo una persona dejó de comer carne, y las aventuras que fue viviendo desde entonces...
Siempre he tenido debilidad por los animales, desde que tengo recuerdo; no, en realidad incluso desde antes: cuenta una vieja historia familiar que cuando yo todavía era casi un bebé, me llevaba un trozo de pan a la cuna a la hora de la siesta, con la excusa de dárselo a mi ratón para que se lo comiera; mis padres, como es natural, pensaban que su bebé simplemente se había inventado de forma precoz un amigo invisible muy original. Hasta que un día descubrieron que ni invisible ni imaginario: había un ratón en mi cuna; venía de visita a la hora de la siesta para llevarse mi pedazo de pan, y los dos, ratón y bebé, tan contentos. La historia es tierna en sí, pero habiendo en ella un ratón, un bebé y unos padres primerizos, no podía tener un final feliz. Mejor no pensar en ello y limitarnos a sacar conclusiones: la primera, lo dicho, que siempre he tenido debilidad por los animales, y que esa debilidad ha sido mutua; la segunda, que probablemente esa experiencia, con su lado bueno y con su lado malo, sea lo que ha determinado mi sensibilidad hacia el sufrimiento animal, una sensibilidad que algunos podrían considerar excesiva.
Y aun así, lo curioso es que la disociación entre lo que hay en mi plato y lo que había antes de llegar a él casi siempre ha dominado mi dieta, salvo breves periodos vegetarianos que nunca duraron mucho. Siempre he sabido lo que comía, y siempre he pensado en ello, al contrario que otras personas; pero aun así he seguido comiéndolo. He sido, durante mucho tiempo, parte de ese grupo de personas que dicen "si tuviera que matar yo a los pobres animalitos, sería vegetariana". Dicho de otra manera: gente consciente de que comer carne no está del todo exento de crueldad, pero no lo bastante concienciada como para dejar de hacerlo.
Y bueno, luego vi este documental: "If slaughterhouses had GLASS WALLS..." ¿Que porqué pongo el enlace en vez de incrustarlo aquí? Porque no quiero ponéroslo fácil para verlo. No quiero hacer proselitismo ni empujar a nadie a hacer nada o a dejarlo de hacer; el motivo de este blog es simplemente contar cómo voy viviendo la experiencia de dejar de comer carne. Por eso, comparto con vosotros el acceso a un vídeo que para mí fue determinante en ese sentido; pero si queréis verlo, no lo haréis aquí. Clickáis en el título del documental y vais a Youtube y lo veis allí, eso sí, bajo vuestra propia responsabilidad; digo esto porque el vídeo es muy duro. MUY DURO. Quedáis advertidos. Pero antes de hacerlo, pensad bien si de verdad lo queréis ver, porque os va a afectar mucho; no necesariamente os va a convertir en vegetarianos ni mucho menos, pero como mínimo os va a amargar el día y probablemente un par de comidas en los días siguientes.
Os cuento de qué va y cómo me influyó: se trata de un pequeño documental en el que Paul McCartney nos muestra cómo funcionan por dentro los mataderos, acabando de un plumazo con el mito que nos venden siempre de que son lugares pacíficos y modernos donde los animales son sacrificados con respeto y eficacia y sin sufrir dolor alguno. Para mí, descubrir que el famoso "es muy rápido, ni se enteran" es una enorme y descarada mentira fue un empujón importante hacia decidir dejar de colaborar con los mataderos y sus actividades. Pero fue más que eso: lo que vi y escuché en este vídeo me impactó en los ojos de tal manera que no he podido volver a cerrarlos; hasta el momento, como os he dicho, podía evitar pensar demasiado en lo que realmente había en mi plato y cómo había llegado hasta ahí; en cambio ahora no puedo hacerlo, las imágenes y los sonidos están tan grabados en mi memoria que están presentes cada vez que me siento delante de un trozo de carne. La verdad es que me lo amargan. Chico, me siento fatal cuando me planto delante de un filete y pienso en el cerdito, en lo rico que era cuando estaba vivo (rico en sentido figurado!!!) y en lo que el pobre ha pasado hasta llegar a mi plato. Y no tengo ganas de pasarlo mal cuando me siento a la mesa; me gusta disfrutar de mi comida, y si eso implica no llevarme a la boca nada que me haga sentir mala conciencia, pues fuera la carne de mi dieta.
Lo que vengo a decir es que en realidad no he tomado ninguna decisión; no hubo un momento en que decidiera ser vegetariana: simplemente dejé de comer algo que me hacía sentir mal. Vi y escuché una serie de cosas que ahora me afectan a la hora de comer carne. Por eso no lo hago: por egoísmo, puro y duro. No como carne porque me hace sentir culpable; no como carne porque me siento feliz y tranquila sentada frente a una mesa donde no hay carne y todo lo que la carne implica. Hago balance, y disfruto más de mi comida vegetariana que de una hamburguesa que por muy rica que esté, ahora mismo a mí se me atraganta.
Y bueno, pues esa es la historia de cómo dejé de comer carne. A partir de este momento, lo que quiero compartir con todos vosotros es cómo lo voy llevando. Para mí esto es una aventura; al igual que el dejar de comer carne no fue planeado sino que simplemente ocurrió, los pasos a ir dando son inciertos. Sacar la carne de mi dieta supone un sinfín de novedades, de aventuras y descubrimientos en mi cocina y en mi plato; y la verdad, confieso que me lo estoy pasando genial. Y eso es lo que quiero compartir con vosotros.
¡Gracias por acompañarme en este viaje!
3 comentarios:
A mí me pasó algo similar, pero con el video "Earthlings".
Muy interesante tu blog, n escribo nada más porque voy a seguir leyendo las demás entradas!!! (interesante el aporte sobre el flexivegetarianismo)
Me olvidé de decir que soy Laura! de Argentina
¡Gracias, Laura, y bienvenida a "My veggie days"! Gracias por la recomendación de "Earthlings", voy a investigar. ¡Un abrazo!
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